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Con L de Literatura

Por Sonia Santos Vila

Barba Azul, en la versión de tía Kathé (Csíbrak, Hungría)


Las clases de la asignatura Mitos literarios europeos, materia que imparto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, motivan el presente artículo. Y, en concreto, las lecciones dedicadas a la explicación del mito de Barba Azul con la ayuda de la información que Clarissa Pinkola Estés incluye en el capítulo 2 –“La persecución del intruso: El comienzo de la iniciación”- de su obra Mujeres que corren con los lobos. Mitos y cuentos del arquetipo de la Mujer Salvaje, magnífica traducción realizada por María Antonia Menini a partir del original Women Who Run With the Wolves, en Barcelona, para Ediciones B – SineQuaNon, en el año 1998. En las citadas clases contrastábamos el cuento de Barba Azul con el relato de Eva, la serpiente y el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal en el Génesis bíblico. Sin embargo, en este trabajo nos vamos a ocupar, exclusivamente, del Barba Azul contado por la húngara tía Kathé –pariente de la Doctora Estés y habitante de Csíbrak, cerca de Dombovar-, versión en la que convergen aspectos franceses –derivados de la narración que nos ofrece Charles Perrault- y eslavos.

Clarissa Pinkola Estés es una escritora y especialista en psicoanálisis junguiano de 79 años. El libro que utilizamos de referencia lo inició en 1971 y tardó en escribirlo más de veinte años. En él aparece la figura de la Loba Salvaje como símbolo de expresión, significando la libre intuición femenina. El interior de toda mujer está repleto de sabiduría y creatividad, pero la sociedad las ha dejado sordas a los latidos interiores. A lo largo de los diferentes capítulos de su obra la autora comunica mitos interculturales, cuentos e historias para ayudar a las mujeres a sanar, a conocer su alma, y a recuperar esa Mujer (Loba) Salvaje que todas llevamos dentro.

Como adelantábamos, el capítulo 2 del estudio de Clarissa Pinkola Estés se acerca a Barba Azul. Tía Kathé cuenta cómo este pide la mano de la más pequeña de tres hermanas, se casan y se van al castillo que el ya esposo tiene en el bosque. Él se tiene que ausentar e indica a su mujer que puede invitar a su familia a estar en el castillo, hacer lo que desee, pero no usar una llave determinada. Sus hermanas van a visitarla, y les cuenta la prohibición. Sin embargo las hermanas convierten en juego descubrir qué puerta abre la mencionada llave. Logran hallarla, y encuentran las tres que en el interior del espacio al que da acceso la puerta en cuestión hay sangre, huesos de cadáveres y calaveras amontonadas. Tras la visión, cierran dicha puerta, pero la esposa de Barba Azul comprueba que la llave está manchada de sangre indeleble. Y se le ocurre esconderla en el armario de la ropa.

A la mañana siguiente regresa Barba Azul y pregunta a su esposa dónde está la llave. Ella le dice que la ha perdido. Pero él descubre que miente y que la llave sangrienta está en el armario ropero. Conduce a su mujer a rastras hasta la siniestra estancia, y, mirando la puerta con sus fríos ojos, esta se abre. Están allí los esqueletos de sus anteriores esposas. Barba Azul quiere que ella corra la misma suerte que las otras.

La esposa le dice que le dé tiempo para prepararse para la muerte. Le da un cuarto de hora. Ella, mientras, pregunta a sus hermanas si ven venir a sus hermanos. Su marido se impacienta. Llegan los hermanos y entran en el castillo. Cuando Barba Azul va a agarrar a su esposa en pos de su cometido, los hermanos de su mujer lo derriban y lo matan. Es preciso entender que dentro de nosotras existe un depredador natural que opera contra lo salvaje y armónico. Este elemento se hace presente en los cuentos de hadas, como es el caso que tratamos. Y se manifiesta mediante la absorción de la luz de la mujer, rebosante de salud, dejándola enferma.

Barba Azul es un depredador natural. Ansía poder y ser tan grande como para poder controlar las fuerzas naturales –es una especie de mago-. Ha sido castigado con pérdida de gracia, y persigue esa luz a la que aludíamos de sus presas femeninas. Prohíbe la llave a su esposa, y con ello la despoja de su innata curiosidad. Si lo obedece, la mujer se condena a una muerte espiritual. Si no lo obedece, la vida fluye para ella.

Cuando la esposa de Barba Azul descubre los cadáveres, experimenta un cambio de vida simbolizado en la llave ensangrentada: ha perdido la inocencia. Deja de ser ingenua y se hace astuta: al final del relato, la petición de tiempo para prepararse para la muerte –como castigo a su transgresión, dejándose llevar por la citada curiosidad femenina- supone, esencialmente, su salvación. Los hermanos son aspectos de la psique de la mujer que luchan contra el depredador, batalla que, al final, es ganada por la hermana menor, pues Barba Azul es aniquilado.

Los animo, desde estas líneas, a leer o volver a leer este cuento en cualquiera de sus versiones, y a reflexionar en virtud de lo referido aquí. Los animo a acercarse al texto de la Doctora Clarissa Pinkola Estés: lo admirarán. Me despido hoy, precisamente, con sus palabras:

"Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin duda cuatro patas”.