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Con L de Literatura

Por Sonia Santos Vila

Aleodor el emperador, según Petre Ispirescu


Tras unos meses de ausencia, coincidentes con el periodo estival, recupero mi cita mensual con ustedes mediante mi blog 'Con L de Literatura', saludándolos cordialmente y asegurándoles que es un auténtico placer para mí volvernos a encontrar a través de estas líneas.

Uno de los privilegios que me ha brindado este verano ha sido mi viaje a Rumanía y el norte de Bulgaria (la Bulgaria medieval). Regresé a España enamorada de Bucarest, ciudad verdaderamente asombrosa. Aunque también he de confesar que, entre otras, las excursiones al Castillo de Valea Pele- (o Castillo Pele-), a Bra-ov, y al Castillo de Bran (Castillo de Vlad -epe- -Drácula-) en plena Transilvania, jamás las podré olvidar.

Bucarest atesora un impresionante casco antiguo, donde la tradición y el bullicio se aúnan en una resultante belleza a la que cuesta decir adiós. En una de sus pintorescas calles -y de manera majestuosa- se alza la Librería C-rture-ti Carusel, prodigio arquitectónico y receptáculo, por otra parte, de auténticas joyas bibliográficas. Durante mi estancia en Rumanía, acudí a ella en más de una ocasión. En una de esas visitas (ya conocen mis lectores mi afición por los cuentos), descubrí un volumen -el primero- de relatos rumanos que llamó mi atención y adquirí. Según me indicó una de las dependientas de la librería, el segundo volumen estaba en proceso de elaboración, y, desgraciadamente, no lo pude comprar.

Basme române-ti - Romanian Fairy Tales - Contes de fées roumains es un recopilatorio de cuentos de hadas rumanos publicados en Editura Paralela 45 muy recientemente: en el año 2023. Se trata de una edición bilingüe -que celebramos por nuestro desconocimiento de la lengua rumana-. De los seis cuentos que integra el libro, los cuatro primeros -recopilados por el folclorista, editor, impresor y publicista Petre Ispirescu (1830-1887)- aparecen en rumano e inglés; los dos últimos -obras del escritor (y profesor) Ion Creang- (1837-1889)- se ofrecen en rumano y francés. La traducción al inglés corre a cargo de Lucia Gorea; la versión en francés pertenece a Mariana Cojan Negulescu.

No se me olvida informar que están ilustrados -con mucho gusto, por cierto- por Done Stan, a excepción del cuento 'Broasca -estoas- cea fermecat-'/ 'The Enchanted Turtle' -'La tortuga encantada' (traduzco yo)-, cuyas ilustraciones son de Livia Coloji.

Pretendo en esta ocasión -y en los tres meses sucesivos- darles a conocer los cuentos debidos a Petre Ispirescu, dedicando a cada uno de ellos un artículo en el blog  -quizá en otro momento (o momentos) me ocupe de las narraciones de Ion Creang--. Esos cuatro relatos son -y acompaño cada uno de los títulos (en rumano e inglés, como hemos señalado anteriormente) con mi versión al español a partir del inglés-: 'Aleodor Imp-rat' / 'Aleodor the Empero' ('Aleodor el emperador'); 'Luceaf-rul de ziu- -i luceaf-rul de noapte' / 'The Morning Star and the Evening Star' ('La estrella de la mañana y la estrella de la noche'); 'Povestea porcului' / 'The Enchanted Pig' ('El cerdo encantado'); y 'Broasca -estoas- cea fermecat-' / 'The Enchanted Turtle' ('La tortuga encantada').

'Aleodor el emperador' narra cómo un anciano emperador deseaba tener un hijo que, por fin, consigue tener al que llama Aleodor. El pequeño crece inteligente y hábil. Cuando llega la hora de la muerte del padre, este le informa que no debe de cazar en una montaña que le indica, pues pertenece a Jum-tate-de-om-c-lare-pe-jum-tate-de-iepure--chiop (Half-Man-Astride-on-Half-a-Halt-Hare / Mitad Hombre Montando Mitad Conejo Cojo), y, si cruza esos límites, será castigado.

El padre muere y Aleodor gobierna sabiamente.

Un día (a menudo iba a cazar) sobrepasa las lindes prohibidas, y aparece el ser del que le habló su padre. Cuenta a Aleodor que si quiere escapar al castigo, le tiene que traer a la hija del emperador Verdesh. Acepta hacer el trabajo que se le requiere. El monstruo sabía que Aleodor era decente y que mantendría su palabra.

El joven llega al borde de un lago y ve un lucio en tierra seca. El lucio le dice que si lo tira al agua, lo ayudará. Lo arroja al lago, y el lucio le entrega una escamita, indicándole que estará con él cuando piense en él.

Seguidamente, se encuentra con un cuervo que tenía un ala rota. El animal le señala que lo ayudará a cambio de arreglar su ala. Así hace Aleodor. Y el cuervo le da una plumita, asegurándole que cuando piense en él, estará con él.

Por último, se topa con un tábano: si le perdona la vida, él le salvará de la muerte. Ofrece a Aleodor un trozo de ala, y le manifiesta que cuando piense en él, estará con él.

Ya en los palacios de Verdesh, el emperador le pregunta qué quiere. Y le contesta que su encargo es pedir la mano de su hija en matrimonio. Verdesh le dice que durante tres días debe esconderse, y si su hija lo encuentra, le cortarán la cabeza; si no lo encuentra, ella se irá con él.

Realmente no sabe dónde esconderse. Se acuerda del lucio, y, de repente, el lucio aparece ante él. Le relata lo que le sucede, y el lucio lo convierte en un besugo, escondiéndolo en el mar, entre otros pequeños peces. Pero la princesa, con su catalejo mágico, lo descubre. Sin embargo, a ella le gusta Aleodor y le pide a su padre que le perdone la vida, si a la tercera vez desvela su escondite.

Al día siguiente, piensa en el cuervo y este hace acto de presencia. Transforma a Aleodor en un joven cuervo, que, al final, la hija del emperador también localiza con su catalejo. A Verdesh, no obstante, le asombra la inteligencia del muchacho.

El tercer día piensa en el tábano, y el tábano se manifiesta. En esta ocasión, cambia a un huevo de piojo y el tábano lo esconde en la coleta de la princesa. Esta busca en vano: tiene la sensación de que está cerca, pero no logra descubrirlo. Admite su derrota, y él salta de su coleta. El emperador entrega la mano de su hija en matrimonio.

Parten y hacen un alto en el camino. Aleodor se duerme en el regazo de la joven, y ella lo besa. Él se despierta y le da una bofetada: la princesa no es para él.

Cuando llegan ante la horrible criatura que le había hecho el encargo, la hija de Verdesh siente repugnancia y no quiere permanecer con él, a pesar de las adulaciones e insistencia del monstruo. Aleodor, finalmente, se adueña de las tierras de aquel ser, y toma a la princesa como esposa. Regresa a su reino. Y vivieron felices.

'Aleodor el emperador' es un bello cuento maravilloso para niños, pero también para adultos, pues encierra en sí una gama de valiosos valores como la honestidad, la lealtad, la solidaridad, la ayuda y el amor que discurren de modo paralelo a una             -ocasionalmente- lógica funcionalidad -como, por ejemplo, el castigo que sigue a una transgresión-. Para unos lectores -los más pequeños- esta carga moral rezuma aprendizaje; para otros -los mayores- abunda en el deber ser y el deber hacer personal.

El relato es la vida imaginada, que, también -y, por otra parte-, nos acerca, peculiar y folclóricamente, a la gran riqueza de la cultura rumana.