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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Sindicato contra su tejado


Probablemente una de las decisiones más difíciles para alguien que estudia medicina no es saber qué especialidad quiere hacer sino qué otra opción puede ser de su gusto. No solamente se habla de la especialidad como objetivo, también se valora mucho el lugar. A veces por proximidad, a veces por circunstancias familiares y, especialmente, por la capacidad y calidad de la formación que va a recibir según las posibilidades que tiene el centro. Un cómputo de dudas que se resumen en la cuestión: ¿Y si no hay plaza libre donde yo quiero?

Las circunstancias de los futuros médicos han dejado vacantes 200 plazas libres; esencialmente, de Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC). A ello hay que sumar las renuncias que se producen cada año tras la elección. Aunque pueda parecer un dato alarmante, es cierto que las plazas ofertadas han sido récord este año con 8.550, siguiendo la tendencia de reposición tras los recortes hechos entre 2012 y 2015, los que han causado la carencia de profesionales actual.

Como siempre, la primera reacción ha sido el eterno debate sobre quienes renuncian a la plaza tras la elección: ¿No deberían ofertarse esas plazas de nuevo en una segunda vuelta entre junio y julio? Si bien es cierto, las plazas que han quedado desiertas responden a una negativa del resto de aspirantes, pero las renunciadas pueden tener mejor atractivo, como ya he dicho, según las circunstancias. Y es que el método de elección del MIR debería ser más parecido al de elección de universidad donde hay un periodo para que alguien pueda escoger algo que abandona otro, aprovechando así su mayor interés.

La primera realidad en la falta de atractivo del MIR de MFyC se debe al propio desprestigio profesional que se tiene en el ámbito de la sanidad y, especialmente, entre su colectivo. Cualquier sanitario habrá escuchado más de una vez alguna frase por parte de otro tratando al médico de cabecera como el aprendiz de todo, maestro de nada. Además, el trabajo en el sistema de Atención Primaria obliga a los médicos a realizar tareas burocráticas, aunque sean remitidas por otros especialistas, como la gestión de la Incapacidad Temporal (conocida como baja) o ciertas prescripciones de medicamentos para largo plazo.

Las propuestas de la administración contemplan, entre otras, reasignar las tareas que no son exclusivamente médicas a otros profesionales o simplificar trámites para reducir y agilizar las consultas programadas. Con ello se ganaría tiempo destinado a la atención al paciente. Sin embargo, parte de los representantes de dichos trabajadores han votado en contra de muchas propuestas, remado a contracorriente, pretendiendo solo un aumento de sueldo con las condiciones laborales actuales. Todo lo expuesto explica por qué se rechazan unas plazas en las que no se ve una mejora profesional ni laboral, coincidiendo con la tendencia actual de buscar un empleo con mejoras laborales y profesionales por encima del salario. Y todo esto, al final del túnel, afecta a todo el colectivo y no solo a la especialidad de MFyC.

Es lamentable que las protestas sindicales hayan escogido un camino muy diferente al acuerdo que firman después, buscando el apoyo de toda la población que siente la traición con el resultado final. Igual de lamentable que sean los mismos sindicatos que protestan siempre contra la administración pública cuando la lleva un gobierno concreto; el que ha mejorado el sistema y ha aumentado las plazas, olvidándose de los opuestos, que fueron los causantes de los recortes. También destaca que sus protestas surjan cuando llegan elecciones, una vez más, pero se acallen si ganan concretamente los suyos.

Por desgracia, resulta difícil hacer demagogia con las plazas desiertas cuando se lee "hasta 950 euros de subida de sueldo y 300 minutos de atención: las claves para frenar la huelga en Atención Primaria" como citaba El Mundo. Más que nada porque hablamos de una huelga convocada pidiendo, principalmente, "34 pacientes por médico, con una atención de 10 minutos, y 24 niños por pediatra, con un tiempo de 15 minutos" tal y como reflejaba La Razón.

Si las protestas tenían como propósito la mejora de la asistencia; ¿por qué el sindicato médico las cesó con un acuerdo económico? El mismo sindicato que en mesa sectorial votaba en contra de cualquier mejora para la sanidad que no supusiera un aumento de la remuneración, aunque incluyera un compromiso de aumento de personal. El mismo, también, entre cuyos representantes hay quien pide que se dejen de hacer guardias, "pero sin pérdida retributiva", de lo que se entiende que demandan cobrar la guardia, pero no trabajarla.

Entre otras protestas, está el decir que las guardias no cotizan para la jubilación, lo que implicaría que se cobran en dinero negro. Y es una mentira porque, contradictoriamente, han pedido que el importe de las guardias esté exento de impuestos, lo que desencadenaría nuevamente el cobro en dinero negro. Esto resulta alertante cuando el salario de un empleado público sale directamente de los impuestos de todos los trabajadores. ¿Estará promoviendo la corrupción sin darse cuenta de que atenta contra su sueldo?

Incluso, el mismo sindicato, ha protestado por el hecho de que exista una pensión máxima alegando que los médicos pierden salario con ello. Sin embargo, todo trabajador pierde percepción económica cuando pasa a la inactividad por jubilación, es el fundamento de la sostenibilidad de las pensiones de la Seguridad Social. Y más te afecta cuanto mayor es tu salario, recordemos que es salario público.

Al final, como se ha visto, el sindicato más visible tira piedras contra su propio tejado mientras abandona realmente a los profesionales que están al borde del colapso. Esto queda a la vista de los actuales y futuros profesionales que pueden observar la falta de representación. Es altamente particular que las protestas de lleguen cuando hay elecciones siempre orientándolas políticamente, firmando acuerdos previos que no corresponden a la protesta y que, lo peor de todo, no mejoran la labor del profesional médico en su trabajo de campo. Buscan el problema y no aceptan ninguna solución.