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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Guías clinicas de enfermería


Hemos pasado ya la mitad de 2024 con creces, con los típicos altibajos, las noticias sensacionalistas y todo el lote de mensajes aburridos que intoxican los discursos una y otra vez. Y como suele suceder, hemos pasado otro año lleno de bulos acerca del sistema sanitario que poco favor hacen a la sociedad, porque su objetivo es despitar y crear incertidumbre.

Hace poco se publicó una nueva guía clínica para enfermería, en este caso para el tratamiento de las infecciones de orina. Esta información que debería ser beneficiosa para el ciudadano, se ha convertido en un desastre en internet. Lo primero, porque la gente que no está ligada a la sanidad no comprende siquiera qué es una guía clínica, así que, menos aún sabe de qué va la vaina de algunos sanitarios peleándose en las redes.

La forma de trabajar con cordura y orden se desarrolla en base a protocolos, guías, procedimientos, manuales, etc. Tanto en sanidad, como en cualquier empleo que busque una estandarización. Si cada cual establece una forma de hacer su trabajo, el caos empieza a reinar. Y en sanidad es extremadamente importante buscar una mejora a través de este formato, algo que el mundo de la aviación tiene claro desde sus inicios.

En este punto, quedaría explicar algo. ¿Qué es una guía clínica? Podriamos definirlo como un manual de actuación en un caso concreto. En este, hablar de las infecciones de orina en mujeres es tratar una de las consultas más habituales. Y la guía es el mecanismo necesario para otorgar la competencia a las enfermeras de pautar el tratamiento de la misma. Esto es algo que ya se hizo con los medicamentos destinados a combatir la fiebre sin tanto dilema asociado.

El drama de todo esto se debe a que existen multitud de cuestiones que una enfermera no puede hacer legalmente si no hay firma de un médico. Sucede lo mismo con los fisioterapeutas, que en el sistema público deben esperar a que un médico ponga una firma que les permita hacer su trabajo, cosa que no sucede en el sector privado. Y es que, muchas de estas firmas, son formalidades sin justificación real y solamente retrasan la asistencia de forma continuada. Con ello se colapsa un sistema sobrecargando a los médicos en labores administrativas. Cabe destacar que es una forma de trabajo ineficiente, porque convertir más de 10 años de formación en plasmar una forma o rellenar un documento, implica tirar por tierra el esfuerzo realizado por el médico y por el sistema educativo.

El revuelo por estas guías se ha formado porque hay médicos y enfermeras a favor, pero también los hay en contra, en ambos sectores. Si preguntásemos a los médicos que justo hacen esas labores o a los que antes estudiaron otra carrera, encontramos a quienes están a favor. Porque en su mayoría no comprenden gastar su tiempo en una actuación que perfectamente puede hacer otro profesional, permitiéndoles a ellos invertirlo en las actividades que más lo precisen. Las enfermeras, por su parte, se corresponden por lo general con quienes más ganas ponen en su trabajo, más horas han destinado o destinan a formarse y que, habitualmente, tienen un trabajo en equipo más sano.

Sin embargo, por otro lado, tenemos al cupo que está en contra. Enfermeras que reclaman más salario antes de ejercer estas competencias o que llevan estancadas y asentadas en una rutina cómoda y que, evidentemente, no tienen necesidad ni intención de progresar. Por otro lado, los médicos opositores, se corresponden a quienes contemplan la medicina como la meta que cualquier ciudadano aspira como si no existiera otro gusto, que usan un lenguaje con derroche jerárquico y clasista. Y si poca estima tienen a una enfermera, no quisiera saber si opinión sobre el personal de limpieza. Por desgracia para la ciudadanía, este es un discurso intoxicado, porque hay muchas personas que pueden beneficiarse de esta mejora de competencias. En este caso particular, el diagnóstico habitual lo hace una enfermera con la famosa tira de orina, así que, lo lógico es que se pueda agilizar el tratamiento también.

Si nos fijamos en los sistemas sanitarios de otros países, tenemos el diseño alemán, donde la enfermera tiene menos formación y capacitación que en España. Pero, por el contrario, tenemos a Estados Unidos, que es el extremo opuesto, donde una enfermera supera con creces la capacitación que hay aquí. El caso es que, mientras algunos quieren volver al pasado de las ATS más parecido al sistema alemán, otros confiamos en avanzar la profesión al ámbito norteamericano., aunque implique ponernos a estudiar.