Cuaderno de bitácora

Cuaderno de bitácora

Por Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria

Verdi y un pueblo que se llamaba como él


Eran las 8 de la noche del domingo 10 de octubre de 1813 en un minúsculo punto de la península itálica. La pequeña localidad de Le Roncole (Roncal en dialecto parmesano), una pedanía del municipio de Busseto, en la provincia de Parma, ni siquiera podemos decir que era entonces formalmente italiana ni que perteneciera a la región de Emilia-Romaña sin añadir una matización: en aquel momento estaba ocupada por el imperio napoleónico y se situaba administrativamente en el Departamento de Taro, anexionado a Francia.

Al venir al mundo un bebé allí en ese instante, como acreditaría el certificado de nacimiento expedido en francés, la anterior singularidad histórica se unía a una circunstancia especial mucho más doméstica: eran las fiestas de San Donnino, patrón de la diócesis, por lo que la música popular de un grupo de intérpretes ambulantes acompañó al parto como improvisado sonido de fondo. El lugar del alumbramiento fue el piso superior, dedicado a vivienda, de una taberna con tienda contigua situada en un cruce de caminos, regentada en alquiler por los padres primerizos: el matrimonio formado por Carlo Verdi y Luigia Uttini, ésta de profesión hilandera.

Estas encrucijadas de tiempo y lugar ya hacían sospechar que el recién nacido, a quien llamarían Giuseppe Fortunino Francesco Verdi, tendría numerosas anécdotas para relatar en su madurez junto al fuego del hogar. Pero si a los asistentes ese día les hubieran revelado las hazañas musicales que el niño estaba llamado a realizar, quizá habrían sostenido que la melodía que escuchó en cuanto abrió sus sentidos al mundo fue un buen augurio que le marcó de por vida.

Desde la ventana de la taberna se veía la cercana iglesia de San Miguel Arcángel, donde Giuseppe Verdi fue bautizado y donde de niño aprendió a tocar el órgano Bossi de 1797, que aún se conserva, bajo la instrucción del sacerdote Pietro Baistrocchi, su primer maestro de música. La proximidad del edificio fue la razón por la que la madre eligió el campanario como escondite para refugiarse con el pequeño de meses en brazos en la primavera de 1814, cuando tras la caída de Napoleón rusos y austriacos llegaron a la zona y protagonizaron estragos. Madre e hijo se salvaron y el episodio se rememora hoy en la iglesia en una placa.

Con 10 años, Giuseppe Verdi se trasladó a Busseto, la cabeza del municipio, para recibir clases en el instituto. Allí conoció a un adinerado comerciante, Antonio Barezzi, director de la Sociedad Filarmónica local, que quedó maravillado de su talento musical. Con su patrocinio, Verdi se presentó en 1832 al examen de ingreso del Conservatorio de Milán, donde fue rechazado alegando dos razones: su avanzada edad de 18 años cuando no se aceptaban alumnos mayores de 14, y su técnica poco ortodoxa de tocar el piano. Decepcionado, regresó a Busseto, donde ocupó el puesto de Maestro de Música. En 1833 falleció su única hermana, tres años menor que él, Giuseppa, con solo 17 años, aquejada de meningitis. Sería la primera de demasiadas pérdidas prematuras jalonando la biografía del compositor. En 1836, Verdi se casó con Margherita, hija de Barezzi. Tuvieron dos hijos, niña y niño, que compartieron ambos el triste sino de morir habiendo alcanzado apenas un año de edad.

En 1839 la pareja se trasladó a vivir a Milán, en cuyo célebre Teatro alla Scala Verdi estrenó ese año su primera ópera, Oberto. El éxito fue considerable y el teatro le encargó componer dos óperas más. Pero en junio de 1840 fallece su joven esposa de una encefalitis, cuando a Verdi le falta poco para estrenar su segunda ópera, Un giorno di regno, que paradójicamente iba a ser una ópera bufa. Imposible encontrar el sentido cómico estando envuelto en tales tragedias personales. Sus adversas circunstancias se juntan con el fracaso absoluto de la primera representación de su obra. La Scala rescinde su contrato y Verdi sopesa abandonar su carrera de compositor.

Pero finalmente no se da por vencido. Partidario acérrimo de la unificación de Italia y de la liberación del yugo austriaco, vuelca el sentimiento nacionalista extendido en el país en su siguiente ópera, Nabucco, cuya premier en la Scala milanesa en 1842 cosecha un éxito sin precedentes. Comienzan a aparecer pintadas por toda Italia con el texto aparentemente inocuo 'Viva Verdi', que en realidad esconde un mensaje político escapado de la censura, al ser el acrónimo de 'Viva Vittorio Emmanuele Rey De Italia'. Esa es la época en la que Verdi inicia una relación con la soprano Giuseppina Strepponi, Peppina. Aunque no contraen matrimonio hasta 1859, seguirán juntos toda la vida, hasta fallecer ella en 1897, cuatro años antes que él.

A partir de Nabucco, la carrera musical de Verdi es fulgurante. No compone para la élite musical, sino para el gran público. Los años posteriores, hasta su muerte, crea 25 óperas. Entre 1851 y 1853 firma la afamada 'Trilogía Popular': Rigoletto, Il Trovatore y La Traviata.

Verdi logró también erigirse en figura emblemática del llamado Risorgimento, el proceso de unificación de Italia. Fue elegido por votación diputado del primer Parlamento italiano en 1861 por la circunscripción de su pueblo natal, el mismo año en que el rey Victor Manuel II subió al trono de Italia.

 En 1872, Giuseppe Verdi propuso al marqués Giuseppe Pallavicino de Parma, propietario de la casa donde el músico nació, comprarla por la elevada suma de 22.000 liras. Su intención era derribarla y frenar así la peregrinación de admiradores. El marqués se negó y optó por donar la casa al ayuntamiento de Busseto para que, como constata una placa en ella, diese testimonio a la posteridad del genio de Verdi. No sería la única ocasión en la que se volviesen oídos sordos a la voluntad de éste de no concitar demasiadas alabanzas públicas.

El Conservatorio de Milán, que en su día no admitió como alumno a Verdi, en tardío reconocimiento de su talento mostró su intención de cambiar su denominación para incluir en ella el nombre del compositor, a lo que éste se opuso. No obstante, fallecido Verdi en 1901, el centro pasó a llamarse, hasta la actualidad, 'Conservatorio de Música Giuseppe Verdi'.

El 16 de abril de 1961, habitantes de Le Roncole solicitaron renombrar la localidad en honor de su vecino más ilustre. La propuesta se refrenda por el Consejo Comunal de Busseto el 20 de noviembre de 1961 y por el Consejo Provincial de Parma el 3 de marzo de 1962. Y el 24 de mayo de 1963, un decreto del Presidente de la República Italiana, a la sazón Antonio Segni, denomina para lo sucesivo la población como 'Roncole Verdi', como tributo a Giuseppe Verdi.

Hoy en día, Roncole Verdi cuenta con poco más de 300 habitantes censados. Un número que se multiplica por mucho si se trata de cuantificar los visitantes que se allegan allí cada año a ver con sus propios ojos la Casa Museo de Verdi, una modesta vivienda conservada como era originalmente, aunque restaurada en 2001 y de nuevo entre 2013 y 2014. En 1913, con motivo del centenario del nacimiento de Verdi, se colocó un busto de él en el pequeño jardín frente a la casa, esculpido por Giuseppe Cantù.

En el Museo multimedia es la voz de un Giuseppe Verdi niño quien guía al visitante de habitación en habitación. Resulta fácil reconocerle. No en vano, Verdi nunca olvidó sus orígenes, según escribió en 1863: "He sido, soy y seré siempre un aldeano de Roncole". Hoy, Roncole Verdi.

 

           

 

Fotografías: Gabriela Torregrosa