San Lucas es uno de los cuatro evangelistas. Fue autor del tercero de los evangelios, así como del libro del Nuevo Testamento que se ubica a continuación de aquellos, denominado Hechos de los Apóstoles, un título que posiblemente no le fue dado por el propio autor. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no procede de Israel. Su evangelio es para muchos el más fácil de leer de los cuatro: 1.200 líneas en excelente estilo literario. Dante Alighieri se refirió a San Lucas con el apelativo "el que describe la amabilidad de Cristo". Y el Cardenal Mercier, preguntado por un alumno "¿cuál es el mejor libro que se ha escrito sobre Jesucristo?", le respondió: "El Evangelio de San Lucas".
Lucas nació probablemente en la ciudad sirio-romana de Antioquía, de una familia de origen griego. Perteneció a una de las primeras comunidades cristianas, dirigida por el apóstol San Pablo, de quien recibió la fe. De Lucas se conoce el dato de que era médico, como relata San Pablo en la epístola a los Colosenses, en la que alude a él como "el querido médico", lo que explica sus conocimientos y cultura, patentes en la manera elegante en la que redactó el evangelio en griego, su lengua materna. Se habría mantenido soltero toda su vida y no habría engendrado hijos. También se dice de él que era pintor, por lo que actualmente es el patrón tanto de los médicos como de los pintores.
No conoció a Cristo en vida de éste sino hacia el año 40 a través del magisterio de San Pablo, que tampoco lo había conocido en persona, por lo que según la tradición, el método elegido por Lucas para redactar su evangelio fue investigando y entrevistando a los testigos presenciales que habían estado al lado de Cristo, como los apóstoles, y de manera especial a la Virgen María, a la que habría conocido en Éfeso. Así, habría llegado a conocer aspectos de la infancia de Cristo y reflexiones íntimas de María que están ausentes de los otros tres evangelios. Algún exégeta ha llegado a especular que ella misma habría dictado el "Magnificat" a Lucas.
Esa misma tradición antigua cuenta que, mientras la Virgen le narraba detalles sobre su Hijo, Lucas la habría pintado. Por ello, varios iconos de María se atribuyen la condición de retrato pintado por San Lucas, como el que se conserva en las catacumbas de Priscila en Roma; Ntra. Sra. de Vladimir, Patrona de Rusia; Santa María de Impruneta, en Florencia y Ntra. Sra. de San Lucas, en Boloña. Tanta profusión de retratos marianos realizados por Lucas habría servido para que los predicadores los llevaran por el mundo al extender la evangelización a diversos países.
Una arraigada tradición romana señala de manera preeminente la imagen "Salus Populi Romani", que habría sido pintada por Lucas sobre un trozo de madera de la mesa utilizada en la última cena de Jesús con sus apóstoles. Según la leyenda, la pintura permaneció en Jerusalén hasta ser descubierta por Santa Elena, madre del emperador romano Constantino el Grande, junto con otras reliquias como la cruz de Cristo, siendo trasladada primero a Constantinopla y luego a Roma, y allí depositada en la Basílica de Santa María la Mayor, considerada el primer santuario dedicado a la Virgen en Occidente. Esta imagen, declarada por el papa Juan Pablo II en el Jubileo del 2000 Patrona de las Jornadas Mundiales de la Juventud, es donde el papa Francisco pide o agradece por cada viaje. La primera noticia conservada sobre esta imagen, de estilo bizantino, es de Teodoro, lector de la Iglesia de Constantinopla, que en el s. VI refiere que la emperatriz Eudoxia regaló a Pulqueria un cuadro de la Virgen pintado por Lucas evangelista.
La escena de Lucas pintando a la Virgen ha sido objeto de numerosos lienzos de grandes pintores, como Vasari, El Greco, o Van der Weyden, e incluso Zurbarán refleja a San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz.
Su origen era griego, como ya indica su nombre Lukas, Lukanos o Lukios, y por tanto era originariamente gentil o pagano. Se ha asociado el nombre con el significado de "luminoso, iluminado" (del latín "luce" = luz). No es de extrañar, pues, la activa posición que tomó Lucas, igual que Pablo, para que el evangelio llegase a todos los pueblos del mundo, tanto a judíos como a gentiles, sin que quedase reservado solo a los primeros.
Lucas se simboliza mediante un buey o un toro. Las explicaciones que se han dado son variadas: entre ellas destacan porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes, terneros y ovejas; y porque su evangelio se centra en el carácter sacrificial de la muerte de Cristo, y el buey ha sido siempre un animal sacrificial.
El evangelio de Lucas comienza y termina en el Templo; los Hechos de los apóstoles constituyen una especie de segunda parte de él, como si fueran dos volúmenes de una misma obra. El evangelio es el camino de Jesús, el libro de los Hechos el camino de las comunidades que le siguieron. Los Hechos de los Apóstoles termina llegando Pablo a Roma.
El evangelio de Lucas introduce personajes desconocidos en los evangelios de Mateo y Marcos: Zacarías, Isabel, Gabriel, los pastores, Simeón, Ana, la viuda de Naín, Simón el fariseo, Juana mujer de Cusa, Susana, Marta y María, Zaqueo, Herodes Antipas, los dos ladrones crucificados con Jesús, los discípulos de Emaús... Es el evangelio que resalta un mayor protagonismo de la mujer, que algunos atribuyen al origen griego de Lucas, y en el que más veces se menciona a la Virgen. También le dedicará atención en el libro de los Hechos, donde no sólo habla de María sino además de las mujeres de la comunidad.
Lucas fue un fiel discípulo de San Pablo, al que acompañó en sus viajes como misionero auxiliar de Palestina y Asia Menor. Con Pablo parte a Macedonia, Jerusalén y Roma. En el libro de los Hechos de los apóstoles, al narrar los cuatro grandes viajes del Apóstol, se habla en primera persona del plural. Por las cartas de San Pablo, se sabe que Lucas estuvo con él en momentos clave como el viaje de Filipos a Tróade, así como a Jerusalén, donde San Pablo fue atacado por los judíos. San Lucas también se menciona entre los que estuvieron en el naufragio de San Pablo en la isla de Malta, y el posterior traslado a Roma. A Pablo no le abandonó ni siquiera durante el cautiverio de éste, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Pablo dejó escrito en la segunda epístola a Timoteo: "Sólo Lucas queda conmigo" y también refirió su compañía en la carta a Filemón. Se cree que Lucas permaneció allí con Pablo hasta el martirio de éste durante la persecución a los cristianos del emperador romano Nerón.
Fruto de años, la redacción del evangelio de Lucas pudo recibir el impulso definitivo durante las horas en vela junto al preso Pablo, y antes de morir éste, pudo circular entre los cristianos de Roma y más tarde entre los de los otros pueblos que Lucas recorrió, ya que tras la muerte de su maestro, misionero incansable, seguirá llevando el mensaje de Cristo por Acaya y Bitinia, Dalmacia y Macedonia, Galia, Italia y Egipto.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, suyo según el testimonio de las iglesias primitivas, fue escrito seguramente en Roma años antes del 70, y está dedicado al "excelentísimo Teófilo", como el evangelio de Lucas. Gira en torno a la expansión del cristianismo por el mundo de la gentilidad. Hay quienes opinan que Teófilo, cuyo nombre significa "amigo de Dios" o "amante de Dios", es un personaje simbólico para designar a los creyentes a quienes Lucas escribe. Aunque bien pudo ser un personaje real de clase social alta (de ahí lo de "excelentísimo").
La tradición afirma que Lucas murió a los 84 años en Beocia (Grecia), en cuya capital, Tebas, aún se venera un sarcófago de mármol vacío en el que habrían estado sus restos en una primera etapa. Lucas sufrió martirio y murió por Cristo, siendo colgado de un árbol (un olivo según algunos testimonios), aunque otras fuentes lo sitúan no en Beocia sino en Acaya o Bitinia. Según antiguas crónicas, el Evangelista pidió que le enterrasen junto a una talla de la Virgen que él mismo había realizado. Hay autores como san Gregorio Scolaro y Elías metropolita de Creta, sin embargo, que han sostenido que tuvo una muerte natural.
San Jerónimo asevera que la urna con sus reliquias fue trasladada desde Beocia a la Basílica de los Santos Apóstoles de Constantinopla durante el siglo IV, bajo el emperador Constantino. Desde allí se habría llevado a Padua (Italia), aunque no está claro cuándo ocurrió el traslado. Unos historiadores afirman que tuvo lugar tras la caída de Constantinopla, en 1204. Otros documentos indican que ya estaría allí en 1177. Y la tradición cuenta que los restos fueron transportados hasta Padua en el siglo VIII por un sacerdote llamado Urio, para salvarlos de las luchas iconoclastas.
En todo caso, históricamente en Padua los restos del santo han sido identificados en numerosas ocasiones, según testimonios documentales: en 1354, por orden del emperador Carlos IV; en 1463, para saber si el verdadero san Lucas era el de Padua o un homónimo aparecido en Venecia; y en 1562, para ser venerado por los fieles. Pero la urna debió ser objeto de apertura en más momentos históricos, pues en ella se encontraron monedas de diversas épocas, siendo la más antigua del año 299, del emperador romano Maximiano.
El 17 de septiembre de 1999 se abrió, en la basílica de Santa Justina de Padua (Italia), por decisión del obispo, monseñor Mattiazzo, para analizar científicamente su autenticidad, la urna con las reliquias de san Lucas evangelista La comisión, presidida por el anatomopatólogo Vito Terribile Wiel Marin, confirmó que el esqueleto del arca de mármol del crucero izquierdo de la basílica pertenece a un hombre de hace unos dos mil años, fallecido en edad avanzada. Asimismo, que la caja de plomo en la que se conserva es la misma en la que fue colocado poco después de morir. El sarcófago tebano se ajusta perfectamente a las medidas de la caja de plomo de Padua.
El cráneo, según documentos históricos (un acta notarial), fue sacado por Carlos IV y llevado a Praga el 9 de noviembre de 1354, donde se venera actualmente en la catedral de San Vito. En 1999 se sometió a comprobación también, y se obtuvo una coincidencia total entre el cráneo y el atlas, la primera vértebra cervical.
Existen pequeñas reliquias suyas dispersas por diversos lugares del mundo. Su imagen más antigua se conserva en las catacumbas romanas de los santos Marcos y Marceliano.
Fotografías: Gabriela Torregrosa