Así son las crisis. Son capaces de sacar lo mejor y lo peor de cada persona. En tiempos de guerra el ser humano se retrata, se dibuja a sí mismo sobre un lienzo. Simplemente, muestra su verdadera cara al mundo. Los héroes son más héroes, los villanos más villanos. No siempre se aprecia a ambos a primera vista, pero cada uno queda plasmado por sus acciones.

 

'Los días raros' es el título de una canción muy bonita de Vetusta Morla que me gusta ponerme cuando, oh, ironía, tengo un día un poco complicado. Me gusta pensar que la letra hace referencia a esto mismo.

 

"Ábrelo, ábrelo despacio.
Di qué ves. Dime qué ves si hay algo.
Un manantial, breve y fugaz, entre las manos".

 

Durante todos estos días de confinamiento hay mucha gente que representa a estos manantiales. Personas llenas de luz capaces de traer esa frescura tan característica del agua. Mientras el mundo se cae, ellos siguen abriéndose paso entre las rocas. No dejan que nada ni nadie se interponga en su camino. Mujeres u hombres que tienen inculcado el bien en su cabeza, como forma de ser. No necesitan forzarlo, porque simplemente tienen el don de la empatía.

 

No hablo solo de los sanitarios en estos días raros. Cualquiera es un manantial en su día a día. Y lo es a su manera, ayudando al mundo como cree más oportuno. Son aquellos capaces de poner una mano sobre el hombro de quien lo necesita. Personas que ayudan sabiendo que no solo no obtendrán nada a cambio por ello, sino que nadie se enterará de la buena acción que han realizado.

 

¿Tiene usted en mente esa figura? ¿Esa persona que es un manantial en la aventura de su vida? Seguro que sí. Alguien a quien acudir cuando tiene sed, cuando piensa que va a caer desfallecido de deshidratación. Cuantos más se le ocurran, mejor. Significa que tiene un círculo sano, que su historia merece la pena y que nunca caerá rendido en el camino porque siempre habrá alguien para tenderle la mano. Para tenderle la mano en los días raros.