Un año y cinco meses de pandemia, o lo que es lo mismo. Casi año y medio que, contando con que todo vaya bien y no haya más sustos inesperados como esta quinta ola, irán para casi dos años de nuestras vidas. Dos años. A mí que me gusta hablar en porcentajes, y con una esperanza de vida de algo más de ochenta años, habremos pasado de pandemia cerca de un 3% de nuestra presencia en este mundo. Qué bobada, ¿verdad?

 

La cuestión es que la pandemia de tontería tiene poco. Ya no solo la enfermedad en sí, estos dos años, sino todo lo que va a traer detrás. Fíjense en la foto que ilustra este artículo. La eché yo mismo en los primeros días de estado de alarma, allá por marzo de 2020. Me alegro de no haber sabido todo lo que venía por aquel entonces. Tonto de mí, me desesperé cuando Pedro Sánchez anunció la segunda o tercera (qué más da cuál fuera) prórroga del estado de alarma, cuando ya era abril. Inconsciente de todo lo que estaba por llegar.

 

Desesperación, tristeza y hastío. Y muerte. Gente sufriendo por perderlo todo. Su trabajo, su negocio, su salud, y lo que es más importante de todo, a familiares y personas cercanas. Meses y meses de una vida que no era la tuya, en la que no podías elegir tu destino. Probablemente uno de los castigos más duros para el ser humano, el ser privado de su libertad. Algo que, por supuesto, deja poso.

 

No tengo miedo de decir que creo que he perdido salud mental durante este año y medio. Y no, no es una expresión tonta, de esas que se comentan en voz alta a modo de broma. Considero que la persona que arrancó esta pandemia saldrá más débil de ella. Por primera vez en mi vida me he planteado ir al psicólogo -normalicemos hablar de estas cosas-, y todo ello siendo consciente de que en realidad no tengo ningún problema diagnosticado para ello.

 

Esto, ni más ni menos, es lo que creo que nos va a dejar la pandemia. Y yo solo soy uno más.

 

P.D. Esta canción me encanta, y la pongo porque sí. 'Lo que te mereces', de Viva Suecia.