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Desde mi Tribuna

Por Juan Postigo Vergel

El nudo y la esperanza


Fue hace tan solo unos días atrás. En las redes sociales de un conocido restaurante de Valladolid el propietario denunciaba que algunos clientes se quejaban de las estrictas medidas de seguridad que el hostelero estaba instaurando en su negocio. Que si tener que esperar fuera para ser atendidos, que si mascarilla hasta sentarse en la mesa, que si tener que salir por una puerta diferente a la de diferentes ocasiones. Una auténtica locura, oiga.

 

No se lo voy a negar. Soy el primer incómodo con la mascarilla por la calle. Como a cualquiera me impide respirar con comodidad al andar por la calle, más con el calor que ahora hace, tener que estar pendiente continuamente de llevarla encima. Las medidas de seguridad sanitarias son complicadas de seguir a rajatabla. Es el nudo que se nos ha quedado de toda esta pandemia iniciada con una brutalidad tremenda hace ya casi medio año en nuestro país.



Pero también nos queda la esperanza. La esperanza de hacer las cosas bien y cumplir con la obligación que se nos ha impuesto a todos para esta nueva etapa. Sí, no lo hemos escogido. Es injusto que se nos obligue a algo, jamás debemos dejar que se nos ate a algo que no hemos pedido ni buscado. Pero en este caso se trata de una situación de necesidad, de las pocas situaciones que podrían justificarlo.

 

Cuando usted lea estas líneas ya habrá obligatoriedad de ir por las calles de Castilla y León, y por ende por las de Valladolid, con mascarillas. No pasa nada. Hay otras situaciones que no nos agradan pero debemos respetar por el bien común, como esperar ante un semáforo en rojo o no coger el coche bebidos. No, no es por ti. Es por los demás. Una vez más es una cuestión de empatía.

 

P.D. Videoclip de 'El nudo y la esperanza', del grupo Viva Suecia.