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Menudo Panorama

Por Pedro Santa Brígida

Rebuznos de la política barriobajera


A quienes no están habituados, les recomiendo que vean o escuchen al menos alguna vez (con cinco minutos es suficiente) una de las sesiones de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Actualmente, la primera pregunta corresponde a Feijóo, que interpela al presidente Sánchez sobre temas de actualidad. Se asemeja al concepto que todos tenemos de la expresión diálogo de sordos. Jamás hay contestación, ni siquiera la mínima intención, se trata de un minimitin, con aplausos y abucheos incluidos. Para eso está la claque. Ocurre también en el parlamento autonómico, pero menos porque hay algo más de seriedad y respeto, aunque el clima de polarización está empezando a causar estragos.

En la última década la gente corriente nos hemos acostumbrado a las peleas de barro en la política nacional, al macarrismo soez, a la chulería y a la falta de escrúpulos entre determinados dirigentes con nombres y apellidos. Ya sé que en estos tiempos quienes más exabruptos vomitan, los que dicen las mayores barbaridades, los más groseros, los extremistas, triunfan. Lo vemos a diario en la tele en programas de toda índole.

Para nada siento que me educaran de otra manera, por eso digo sin complejos que resulta patético ver soltando coces dialécticas a presidentes, ministros, portavoces y demás tropa. Hay a quienes les importa un bledo saber estar a la altura de sus cargos o, simplemente, servir de ejemplo a las nuevas generaciones, sólo buscan emponzoñar la vida pública, pugnan por ganar el premio a la grosería. Estos palmeros del poder -animados por sus huestes ideológicas- se creen hasta sus propios rebuznos y hasta se autoconsideran simpáticos, desconocedores de aquello de la vergüenza ajena, del ridículo.

Esta política barriobajera del momento se ha instalado sin complejos en las instituciones y en sus correspondientes redes sociales oficiales. El aparato de determinados partidos políticos, sus líderes y sus cuadros directivos jalean a estos impresentables de coche oficial, que se sienten amnistiados socialmente para cometer cualquier tipo de barbarie retórica. No saben cuan limitados resultan en cuanto a inteligencia, imaginación, talento y talante.

Dominar el relato de la comunicación se ha convertido en el Santo Grial de la gestión de lo público. Manipular los principios, los hechos, las leyes, las instituciones y a los ciudadanos es el pan nuestro de cada día. Menos mal, que también quedan personas sensatas, bienintencionadas, educadas, respetuosas y tolerantes en el panorama político, además de una ciudadanía ajena a esos personajes de sainete, paridos por la endogamia de sus propios partidos.

Los medios de comunicación recogen todos los días las brillantes aportaciones a la inteligencia humana de estos arrogantes bravucones, que alcanzan relevantes puestos en las instituciones por el mero hecho de pertenecer al partido, por su ciega obediencia al líder y por el servilismo que muestran tan a menudo. Son los nuevos voceros de la incapacidad política, de la ausencia de los mínimos requeridos de respeto y educación para quienes se dedican a la cosa pública.

Tampoco es de extrañar que haya tanto bocazas con cargo y despacho oficial, al fin y al cabo “la política es la única profesión para la que no se considera necesario ninguna preparación específica”, tal y como dijo hace cien años el escritor británico Robert L. Stevenson.

A pesar de que no está el mundo para tirar cohetes, entre el cambio climático, la debilidad de la geopolítica internacional, los avisos, delirios y graves hechos consumados por parte de Putin, Trump, Xi Jinping y demás paladines del panorama internacional, amén de la unidad que se percibe en los ambientes patrios, se avecinan buenos tiempos... para la lírica. Seguro.

Huele a incienso, las procesiones de la Semana Santa de esta tierra se convierten en reclamo de gentes ávidas de fe, descanso y ocio, según cada cual. Época de turistas, cofrades o papones, de amigos y familia, de viajes, atascos y consumo, de vacaciones y, como no, de trabajo. Que ustedes lo disfruten, a pesar de la ordinariez de los dirigentes políticos que se den por aludidos... Si es que albergan entre sus neuronas tal capacidad.