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Menudo Panorama

Por Pedro Santa Brígida

Sánchez & Milei, UFC 2024


Lo que nos faltaba por ver. España y Argentina a la gresca institucional porque el próximo 9 de junio hay comicios europeos y porque el populismo más exacerbado y estúpido es lo que manda hoy en día. Lo peor del caso es que el cúmulo de sandeces no ha terminado. La escasa diplomacia aplicada en este conflicto no ha servido para nada porque, me parece, se trata de un asunto de testosterona electoral. Como en la lucha de artes mixtas, caso de la afamada UFC, la cosa está en ver quién atiza más fuerte y quién sangra menos, políticamente hablando.

Después de ver por internet la intervención del presidente argentino en el acto de VOX quedé un tanto sonado, tuve que repasar un montón lo oído. Jamás había escuchado tantos minutos seguidos de delirios, análisis discutibles, principios primarios y, también, alguna que otra verdad incontestable. Javier Milei combina el histrionismo, el sosiego y la interpretación en un mismo personaje que se convierte en el doctor Jekyll o míster Hyde, según el momento. No es un cafre, al contrario.

Cuando se mofó -sin citar ni a Pedro Sánchez ni a Begoña Gómez- del presidente español y de su esposa, por los cinco días de reflexión del uno y por las acusaciones llevadas al juzgado de la otra, pensé: “la que se va a liar”. Y así ha sido. Enseguida me vinieron a la memoria la desafortunada intervención del ministro Óscar Puente cuando, embargado por el ambiente del entorno partidario, se refirió a lo de las “sustancias” que consumía Milei y también alguna que otra declaración del presidente español y de sus ministros llamándolo loco y aplicándole el apellido de fascista.

El presidente argentino se la tenía guardada a Pedro Sánchez y a sus ministros. Se despachó a gusto en su visita a Madrid. La reacción del Gobierno español era previsible, aunque con una notable ingenuidad diplomática si pensaban realmente que el canciller argentino daría marcha atrás. Y como no creo en dicha ingenuidad, más bien me inclino por una ideada puesta en escena para dominar el relato de la campaña electoral. Como siempre, en Moncloa lo primero es lo primero.

Retirar con carácter indefinido a la embajadora en Buenos Aires me parece cogérsela con papel de fumar. Cuál es el siguiente paso: ¿impedir la entrada en España del presidente argentino cuando venga en junio a recibir un reconocimiento del Instituto de Estudios Liberales Juan de Mariana? ¿Detenerlo y deportalo a su llegada al aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid? Como se ha recogido estos días en numerosos medios de comunicación, me pregunto por qué no se han tomado las mismas medidas diplomáticas con los presidentes de Venezuela, México o Nicaragua cuando han faltado al respeto, cuando no insultado, a la institución monárquica española. ¿O es qué hay distintas varas de medir respecto a las instituciones del Estado y según la ideología del supuesto infractor?

Lo de buscar enemigos fuera cuando hay problemas dentro es más viejo que la propia democracia. El Gobierno español, en plena vorágine electoral, ahora tiene dos frentes internacionales abiertos, después del anuncio del reconocimiento del Estado Palestino (que apoyo, por cierto, aunque con otro procedimiento). Hay elecciones europeas a la vuelta de la esquina y es mejor provocar titulares de prensa alejados, por ejemplo, del caso Koldo o de la inminente amnistía a Puigdemont y compañía.

Me pregunto qué habría pasado si un ministro del Gobierno argentino hubiera dejado caer que nuestro presidente “toma no sé qué sustancias”, como lo hizo Puente con Milei. Los dirigentes argentinos no llamaron entonces a consultas a su embajador, ni lo retiraron. ¿Qué habría hecho nuestro Gobierno? Se han perdido las formas. Al Gobierno patrio no le gusta Javier Milei, lo detestan, pero es el presidente elegido por los argentinos y eso debería ser respetado a la hora de abrir bocas y bocazas desde el Consejo de Ministros.