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Menudo Panorama

Por Pedro Santa Brígida

La vuelta al cole


El inicio del curso escolar nos sitúa de nuevo en la normalidad. Cada mes de septiembre, con la vuelta al cole, la sociedad en su conjunto recobra su ritmo vital; las prisas, los madrugones, el curro, el tráfico, el estrés están ahí otra vez... El regreso de los escolares a las aulas marca el latido de lo cotidiano y nos mete de lleno en el inicio de un nuevo periplo anual, que no finalizará hasta el próximo verano. Vuelven al cole los alumnos de Preescolar y también todos los de los ciclos de educación obligatoria, así como de la FP y los universitarios. El resto de los mortales, con hijos o sin ellos, cada uno a lo suyo.

Y como cada año, en Castilla y León se cierran algunas aulas en el medio rural. Son las que cuentan con menos de tres niños matriculados. Este año le ha tocado la mala noticia a una localidad de Valladolid (Lomoviejo), dos en Salamanca (Cabrillas y Cilloruelo) y otras dos en Zamora (Ferreruela de Tábara y Fuentespreadas). Los pueblos sin escuela pierden una parte fundamental de su esencia, cruda realidad en la España vaciada, siempre pésima nueva para nuestra tierra.

En Castilla y León se mantienen 38 aulas rurales con tres o cuatro alumnos. Salvo milagro, están abocadas al cierre cuando alguno de sus escolares finalice Primaria. Nadie quiere que esto suceda pero la realidad, como todo el mundo debería saber, es que mantener abiertas escuelas con contados alumnos tiene un coste elevado, debido a que se necesita un maestro titular y los apoyos de otros de idiomas, informática, gimnasia... El esfuerzo que realiza la sociedad de esta comunidad, a través de la Consejería de Educación, es más que meritorio. En algunas autonomías no existen aulas con tan pocos niños y niñas.

Los que hemos pasado por ello no olvidamos el esfuerzo y el follón que supone la vuelta al cole: material, transporte, comedor, actividades extraescolares, uniforme en numerosos casos, las reuniones de madres y padres en los colegios y la organización familiar de horarios para compatibilizar la vida de unos y otros.

Es conveniente recordar que la Consejería de Educación organiza cada curso el mayor transporte diario y el más grande comedor de personas que existe en este territorio. Decenas de miles de colegiales de entre pocos meses y 18 años dependen de lunes a viernes de la gestión pública y privada de un montón de funcionarios y profesionales de diversos sectores. Sin olvidar la aportación de las familias de los escolares, que también aportan su destacado granito de arena (no todas con la misma intensidad).

Los datos avalan lo bien que se hacen las cosas en materia educativa en Castilla y León (Informe Pisa). Siempre hay cosas que mejorar, pero en la comparativa con otras regiones españolas y generalizando aquí profesores, alumnos y familias casi lo bordan. Los resultados están ahí, pese a quien pese.

La vuelta a la normalidad no es tan negativa como a veces nos la pintan o nos la pintamos (síndrome posvacacional). Padecer enfermedades graves o no tener empleo sí son problemas de verdad, así que la vuelta a lo cotidiano significa también que todo marcha, más o menos.

Ahora que veo la vuelta al cole con cierta distancia, bendito caos.