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Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

La ola sigue y no se rompe


Ahora toca en Madrid; los líderes mundiales y expertos en cambio climático se reúnen esta semana en nuestra capital para tratar el gran reto sobre la financiación de las medidas de lucha contra el calentamiento global. Me tranquiliza saber que mientras a nosotros se nos distrae con temas mucho menos relevantes, estos líderes trabajan como hormiguitas para diseñar la respuesta de la humanidad a este problema mundial y perfilar las posibles soluciones. Desde Kioto a Copenhague, de Cancún a Paris, de Katowice a Madrid, gracias a ellos y a un gran número de personas comprometidas, la ola sigue y no se rompe.        

 

La Cumbre sobre el Clima de Katowice que se celebró el pasado diciembre, estaba destinada a ser muy ambiciosa, como todas las anteriores. Sin embargo, hay que reconocer que el resultado es el mejor que los responsables políticos podrían obtener, teniendo en cuenta el contexto internacional actual: fuertes presiones sociales (movimiento social chalecos amarillos en Francia) la urgencia por parte de la comunidad científica (último informe del IPCC sobre el aumento de la temperatura 1.5 grados) y debilitamiento del multilaterismo a nivel internacional (debido al individualismo de ciertos Estados como EE.UU, Brasil, China, etc.). Por eso, cada cumbre tiene su mérito y la de Katowice aún más, por la aparición de nuevos personajes en el escenario: Trump en lugar de Obama.

 

Lo bueno es que, después de varias décadas, el cambio climático ya no es un tema de debate; es una certeza científica que exige una acción conjunta a todos los niveles y en todos los sectores, incluida la financiación. Los inversores no solo buscan beneficios económicos, al decidir en qué compañía hay que invertir, también consideran sus resultados sociales y ambientales. Es cierto que muchas empresas que cotizan en bolsa maquillan su actividad con informes sobre su responsabilidad social y ambiental, como estrategia de marketing. Sin embargo, las más avanzadas saben que en el fondo el maquillaje no es permanente y que el engaño sale pronto a la luz. Las empresas han de considerar replantear su estrategia para garantizar la creación de valor a largo plazo y de forma sostenible. Como hoy en día ya se puede medir la huella carbono de cualquier tipo de actividad, los órganos de gobiernos de muchas empresas se interesan también por las medidas a tomar para la adaptación y mitigación al cambio climático. En este sentido, el Carbon Discloser Project (CDP) está realizando un excelente trabajo para rastrear las buenas prácticas y mostrar a las empresas la manera de hacer negocios compatibles con la lucha contra el cambio climático y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

 

La acción a nivel local es esencial. Las ciudades están llamadas a tomar medidas para hacer frente al  cambio climático y la contaminación atmosférica. Madrid Central es una buena prueba de ello. Estas medidas que no siempre gustan a todos, porque en el fondo nos cuesta cambiar nuestros hábitos. El hombre es un animal de costumbres. Para fomentar el cambio, la administración tiene que ofrecer alternativas más sostenibles, más atractivas, y si puede ser, más económicas. El tiempo y la situación de de cada ciudad son elementos claves para que las medidas funcionen. Sevilla, ciudad privilegiada por su buen tiempo casi todo el año, cuenta con más de 200 km de carril bici y su uso se ha generalizado entre la población.

 

El debate sobre el cambio climático ya no se centra únicamente en la cantidad de emisiones de CO2 a la atmósfera, sino también en la transformación del individuo, en su manera de pensar y de actuar. La acción de cada uno de nosotros contra el calentamiento empieza en nuestro plato, en la elección de los alimentos que comemos y también en cómo nos desplazamos. Quizás no sea necesario tomar una decisión tan drástica como Jason MacGregor, ambientalista canadiense que ha decido no tener hijos para combatir el cambio climático, pero sí ser consientes de que dejamos cada día una huella de carbono y que nuestro estilo de vida tiene efectos directos sobre la subida de la temperatura del planeta….y ya sabemos que todo lo que va, vuelve.

 

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