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Clásico

Recetas para educar

Por Juan Carlos López

Todo cuenta


Educar no es fácil, y cada día es más complicado, entre otras cosas por el ritmo frenético que nos hemos marcado. Cada detalle, palabra y acción influyen de manera directa en el desarrollo y educación de los niños. Aunque a muchos les gustaría oír lo contrario, en educación todo cuenta, tanto lo positivo como lo negativo.

Si yo cojo un bloque de hielo y lo pongo a -5º C, y lo caliento, pasa a -4º, sigo calentando pasa a menos 3º y parece que no hago nada, pero cuando llego a 0º y se descongela ha sido gracias a calor que le di desde -5ºC. Pues igual pasa con los niños, todo lo que hago cuenta, aunque parezca que no se descongelan educativamente.

Toda cuenta desde que nacemos. Desde el momento en que definimos nuestro estilo de apego, en función de cómo nos tratan nuestros padres, si nos atienden o no. Con el trato que recibimos los primeros años, con lo que dicen de nosotros... Todo hará que vayamos conformando nuestra personalidad.

Las negligencias de los primeros años se cobrarán el resto de la vida. Lo que vivimos en nuestra infancia marca nuestro rumbo. No olvidemos que es más fácil construir un niño que reparar un adulto.

Nos encantaría que cuando metemos la pata en educación alguien nos dijese no pasa nada, pero sí pasa, y queda una muesca marcada en la educación de nuestros hijos. Las negligencias se pagan. Tu hijo se las cobrará de adultos y la vida le pasará factura. En muchos casos esos errores se convertirán inevitablemente en los honorarios de los psicoterapeutas. Aunque hay segundas oportunidades, algunas ya serán con heridas y desde luego en la vida no hay marcha atrás. El tiempo que pasa no vuelve.

Es un viaje continuo lleno de pequeños momentos acumulados.

Si pasas poco tiempo con tu hijo cuando es pequeño, eso cuenta, y le quedará una muesca grabada, en forma de vacío.

Si no le lees el cuento por la noche, no esperes que de mayor lea.

Si le das la tablet ya a los dos años, también cuenta y le estarás creando su primera adicción.

La tecnología se mama en casa, si estás todo el día con el móvil tu hijo te ve, no te escapas, te está vigilando día y noche.

Si no juegas con él cuando es pequeño, o no le llevas al parque, te perderás los momentos de alegría y frustraciones.  

Si le das de almuerzo dos bollos de chocolate, le estarás enseñando el camino hacia la obesidad e incluso a la diabetes.

Si criticas e insultas a la autoridad delante de tu hijo, él lo hará contigo cuando crezca.

Si le conviertes en un niño satélite en los bares, le estarás enseñando donde debe enfocar su ocio.

Si no escuchas a tu hijo, y tu respuesta es "ahora no, que estoy ocupado", "ahora no que hay fútbol", "ahora no, que estoy viendo Neflix", se buscará a otro con quien hablar y en el futuro no te dejarán entrar en sus pensamientos.

Los padres deben crear un ambiente donde los niños se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos, preocupaciones y logros. El diálogo abierto fortalece los lazos familiares

Si su vida es un caos desordenado, la falta de estructura externa le convertirá en un macrolío interno. La rutina una herramienta educativa. La estructura y la rutina diaria son fundamentales para el bienestar de los niños. Desde la hora de acostarse hasta las comidas regulares, la rutina proporciona estabilidad y seguridad. Además, establece la importancia de la disciplina y la responsabilidad. Los niños que crecen con una rutina bien establecida tienden a desarrollar hábitos saludables.

Todo cuenta, querido papá y mamá. Los comportamientos de los adultos se convierten en lecciones de vida para los más jóvenes.

Tus palabras formaran el mundo del niño. Las palabras que los padres eligen usar tienen un impacto duradero en la mente de sus hijos. La forma en que nos expresamos ya sea con elogios, críticas constructivas o palabras de aliento, contribuye al desarrollo emocional y cognitivo de los pequeños.

Los niños aprenden tanto de lo que les decimos, como de cómo les decimos las cosas y en el ambiente en que se las decimos.

Pues como padre o madre, despierta, espabila. Recuerda que el respeto es el primer signo de amor.

Como cada pequeño acto, ya sea una palabra amable, una lección de vida o un gesto de amor, contribuye a la formación integral de los niños, elige bien los momentos. Comienza priorizando a tu hijo frente al trabajo, frente a las pantallas, queda con él, disfrutad juntos de la naturaleza, del juego, de las comidas en familia. No te canses de escucharle. Gánate su confianza, que sepa que puede contar contigo siempre. No le digas mañana, pues mañana ya será tarde. Mañana será él, que ya no estará.

Esta semana he tenido dos detalles preciosos de dos hermanos, uno de 12 años y el otro de seis, hijos de una familia de ocho hermanos. Son de esos niños que es inevitable quererlos. Uno de ellos al decirle lo importante que era para mi tenerlo como alumno, me respondió: "Eso es lo bueno que nos ha dejado la guerra, conocer un profe como tú". Su hermano aún más pequeño, al salir al patio y ver una escalera llena de papeles sucios, se agachó, limpió todo y siguió jugando como si no hubiera hecho nada. Como dice un buen amigo, son una familia "canela en rama", de lo mejor. Y me provocó otra reflexión educativa: cuando unos padres tienen un hijo, deben esforzarse en educar bien a su hijo mayor, pues este se convertirá en un aliado familiar que nos ayudará a educar bien al resto.

Los padres tenemos el poder de modelar el tipo de individuos que deseamos ver en el mundo a través de sus interacciones cotidianas con sus hijos. Elige que éstas sean muchas, de calidad y calidez.

Toda cuenta en la educación de los hijos, cada detalle, desde las palabras que se eligen hasta las acciones diarias, dejará una impresión duradera en la mente de los niños.

Todos estamos hechos de pedacitos de personas que pasan por el mundo, y los padres somos un buen pedazo en la vida de los niños. No olvides la crianza consciente, para ello, frena y conviértete en un buen tejedor de detalles.

Ya nos lo decía Quintiliano: "El niño es un manojo de espléendidas posibilidades, el despilfarro de estas dotes es por una mala educación".