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Nació en Ponferrada y aprendió el oficio de periodista en redacciones locales de León y Galicia. Trabajó en una agencia de publicidad y estudió un máster de marketing en Londres. Tras pasar por la revista Vanity Fair durante una década, Raquel Peláez es subdirectora de la revista S Moda de El País. Hace años que escribió un libro de viajes muy especial sobre Madrid (Quemad Madrid, Libros del KO) y otro sobre Londres (Londres, Tinta Blanca). Ahora anda presentando por medio país 'Quiero y no puedo' (Blackie Books), un interesante ensayo sobre la historia de los pijos de España que indaga con finura en cómo es un país de apariencias y desigualdades sociales. "Después de leerlo entiendes mejor España, si es que puede entenderse", ha dicho de esta obra el escritor Juan Tallón. "Siempre me han intrigado mucho las relaciones entre clases", cuenta Peláez, que confía en que el lector encuentre en su ensayo "una historia de España muy amena de leer".
Raquel Peláez presenta este sábado su 'Quiero y no puedo' en su ciudad. Será a las 12 de la mañana en la librería El libro imposible.
- ¿Qué hace una periodista de Ponferrada experta en moda indagando sobre los pijos? ¿Desde cuándo le dio por ahí?
- Lo cierto es que he trabajado mucho tiempo vinculada con la moda, porque primero fui editora de estilo en Vanity Fair y ahora trabajo en una revista que se llama S Moda, pero eso no quiere decir que sea experta sólo en vestimentas y trapitos. Desde la moda a veces se puede observar la evolución de las aspiraciones y sueños de cada sociedad mucho mejor que desde el periodismo parlamentario, por ejemplo. Y los sueños y aspiraciones sociales son el material del que está hecho "lo pijo". Me dio por ahí porque trabajando en Vanity Fair, una publicación donde se diseccionan los usos y costumbres de la alta sociedad y de los que quieren acceder a ella, me di cuenta de que había un resurgimiento clarísimo de un arquetipo que había ido desapareciendo desde los años 90 hasta la entrada en el siglo XXI. Me pareció muy interesante y claramente síntoma de algo, y aquí estamos.
- No le puede ir mejor con su 'Quiero y no puedo'?. ¿Se esperaba tanto éxito? ¿Cómo está resultando la experiencia de estar entre los libros más vendidos por todas partes?
- Sí creía que iba a ser un libro muy leído, yo he tenido fe en el tema desde el principio, pero no me esperaba una acogida tan generosa y tan libre de odio. Hoy en día todo es susceptible de entrar en una guerra cultural inane y este libro usa un término, "pijo", que es nitroglicerina social porque tiene inevitablemente una carga política. Y sin embargo, el libro se está leyendo con muy pocos prejuicios, de derecha a izquierda.
- ¿Qué tiene que ver que usted sea una experta en moda con este interés por los pijos? ¿De dónde le viene el 'trauma'?
- En el libro uso como recurso narrativo para poder arrancar una anécdota que tiene que ver con la vestimenta. Una niña me dijo en el Club de Tenis de Ponferrada que había ido mal vestida a las clases de tenis porque iba con un chándal de táctel. Eso ocurrió, también la mofa hacia mi raqueta Rox, pero en realidad mi "trauma" no tiene nada que ver con mi relación con la moda. La moda me obsesiona e interesa en este libro en concreto como industria reproductora de patrones de clase, y el "trauma" viene de que siempre me han intrigado mucho las relaciones entre clases.
- ¿Qué se va a encontrar el lector en su tercer ensayo?
- La verdad es que es mi primer ensayo. Los dos anteriores libros eran cuadernos de viaje un poco extraños. Se va a encontrar una historia de España muy amena de leer.
- Y hoy, ¿qué es ser pijo? Cuéntenos cómo hay que ser para serlo, póngame algunos ejemplos de pijos de este siglo, más allá de Tamara Falcó y esa tropa.
- Mi tesis principal en el libro es que ser pijo puede ser muchísimas cosas, pero todas tienen que ver con la incapacidad de aceptar la verdadera identidad de clase o la necesidad hipertrofiada de hacer saber a los demás que se pertenece a un círculo concreto. Tamara Falcó es una pija paradigmática obvia, pero todos podemos ser pijos en algún momento.
- Leyendo y preguntando tanto sobre el tema, ¿qué conclusiones ha sacado sobre los pijos?
- Lo dicho, que en sociedades avanzadas con economía de servicios todos podemos tener algún tic pijo.
- ¿Usted quiso alguna vez ser pija cuando era una chavalina en su tierra?
- Nunca quise ser pija, más bien todo lo contrario. Tenía rasgos pijos por muchos motivos (era muy bien mandanda, estudiaba en un colegio de curas concertado, vestía de una manera más bien convencional) y me daban envidia los que se codeaban con gente de las tribus urbanas.
- Parece que se lo ha pasado pipa investigando sobre el asunto. Cuéntenos curiosidades sobre el pijerío que nunca hubiera imaginado.
- En general, siempre me sorprende lo poco conscientes que somos las personas con enormes privilegios de tenerlos. Los europeos somos los pijos del mundo.
- ¿Ha habido reacciones? ¿Algún pijo se ha molestado?
- Creo que quizá se ha molestado más cierto sector de ultraderecha muy radical, pero de forma preventiva. Por ejemplo, el aristócrata santanderino Ramón Pérez-Maura le dijo a un periodista de The Times que nunca se atrevería a leer un libro con semejante título. Es decir, he percibido que muchas críticas vienen de gente que se siente insultada antes de haber leído el libro. Si lo leyeran verían que no es para tanto.
- ¿Cuántos libros se ha leído y qué más ha hecho para documentarse sobre los pijos?
- En la bibliografía hay 70 referencias, que son reales, no están ahí para pegarme el pisto. Además de eso, he buceado en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional mirando ejemplares antiguos de revistas de sociedad, especialmente de ¡Hola!, y he mantenidos, horas de conversaciones con gente que consideraba clave. Algunas están al final del libro, en un capítulo que se titula Diorama.
- ¿Le hubiera gustado quedar con pijos tipo Tamara o Victoria Federica para que le aportasen su experiencia? ¿Lo intentó?
- Conozco a Tamara y he estado personalmente con ella en varias ocasiones gracias a mi trabajo en Vanity Fair. Con Victoria Federica no he hablado, pero sí con su padre. No me hacía falta quedar con ellas para lo que quería contar.
- Cuenta que visitó el nuevo bar de Pablo Iglesias para su investigación? No termino yo de asociar al exlíder de Podemos con el asunto pijo?
- Todo lo pijo está relacionado con cómo construimos nuestra "imagen de clase". Supongo que el bar de Pablo Iglesias tiene mucho que ver con cómo quiere él dibujar su propia imagen de clase en el contexto madrileño, donde Lavapiés se sigue considerando un reducto absolutamente de izquierdas y proletario aunque sea el centro de la ciudad.
- En su libro hay mucho dato, mucha coña y toca un poco todos los palos, como ese empeño suyo en encontrar un piso propio, ¿lo ha conseguido?
- No.
- También cuenta historias de su infancia y juventud, y hasta deja caer por ahí cómo se las gastaba Isabel Carrasco o los éxitos de exalcalde de Ponferrada que ahora no vive sus mejores momentos de popularidad? ¿Ejerce usted mucho de berciana y leonesa en la capital?
- No mucho. Estoy encantada de ir a cualquier iniciativa relacionada con mi tierra y apoyo todas las causas que considero cruciales. Por ejemplo, el asunto de la falta de medios en el Hospital de El Bierzo para el tratamiento del cáncer me preocupa muchísimo, y todo lo que pueda hacer para ayudar lo haré, pero el perfil mediático de periodista que da la matraca con su tierra me tira mucho para atrás.
- Viviendo en Madrid, ¿Cuánta morriña tiene de su tierra?
- Muchísima.
- Reconoce en el libro que fantasea ya con la jubilación y que Ponferrada es su lugar feliz...
- Absolutamente.
- Y el libro se lo dedica a Marta, "mi hermana en todos los sentidos posibles"?
- Mi hermana me apoya siempre, y yo a ella. Es una persona fundamental en mi bienestar emocional. Me ha ayudado muchísimo con el libro. Por otro lado, no estoy muy segura de si volveré a meterme una paliza como esta, así que le he dedicado este libro, no sea que no haya otro.
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