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"Yo sólo quiero que ese médico deje de ejercer. Pareció que para él todo era normal, no le vi nervioso"

Agredida sexualmente a los 18 años por un médico de familia en El Bierzo, Soledad ansía que el Supremo resuelva los recursos de casación y su agresor -hoy en la calle- sea inhabilitado y cumpla su condena, 7 años y 4 meses de cárcel

"Yo sólo quiero que ese médico deje de ejercer. Pareció que para él todo era normal, no le vi nervioso"
La agresión sexual se produjo en 2021 en el centro de salud de Toral de los Vados. | GOOGLE MAPS
Susana Martín
Susana Martín
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La primera respuesta a Soledad la responde con palabras casi idénticas  al arranque del 'Diario de invierno' de Paul Auster. "Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona en el mundo a quien jamás sucederán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas...". No pensó nunca esta berciana de entonces 18 años que ir al médico a recoger un volante pudiera convertirse en la pesadilla que vivió aquel lunes 25 de octubre de 2021 en el consultorio de Toral de los Vados.

Por lo que ocurrió allí dentro durante 22 minutos que a ella le parecieron una vida, el médico de familia que la atendió -un sustituto al que no conocía- ha sido condenado a siete años y cuatro meses de prisión por un delito de agresión sexual con prevalimiento.

La condena en primera instancia de la Audiencia Provincial de León llegó en octubre de 2023, y casi un año después fue ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (27/9/24). Para que la condena sea firme y el médico que agredió sexualmente a Soledad entre en prisión y sea inhabilitado ha de pronunciarse antes el Tribunal Supremo, que aún no ha resuelto los recursos de casación. De momento, extrañamente, ninguna de las acusaciones ha pedido el inmediato ingreso en prisión provisional del agresor -al amparo del artículo 503 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal-, así que Soledad seguirá esperando a que se pronuncie el Supremo y "pasando miedo por si me lo encuentro".

No es fácil de entender cómo puede ocurrir que pasar por un centro sanitario se transforme en una de las experiencias más traumáticas de tu vida. "Pensé que todo esto iba a durar mucho menos", cuenta Soledad, que señala que en el juicio que se celebró en León el médico de familia le hizo sentir "como si estuviera loca".

Aquel lunes que nunca olvidará, fue a Toral sólo para recoger un volante para el ginecólogo

Ya en la consulta, según la sentencia, el condenado le indicó que se tumbara en la camilla, le hizo una exploración ovárica y le hizo preguntas sobre sus relaciones sexuales, la masturbación o si se depilaba la zona genital. "Yo estaba en shock, no entendía nada", cuenta Soledad. 

"En todo momento tenía puestos los guantes de látex, a los que aplicó un líquido lubricante y comenzó -con ánimo lascivo- a masajear el clítoris de Soledad, al tiempo que le preguntaba si le gustaba lo que estaba haciendo y si sentía lo mismo que cuando llega al orgasmo", recoge la sentencia. Soledad, "aterrada", dijo que no.

"El médico cerró el pestillo, se aplicó más lubricante y empezó a masajearla vaginalmente, introduciendo los dedos de la mano derecha, a modo de penetración, al tiempo que con la izquierda le masajeaba el clítoris. (...) Después le pidió que bajara de la camilla y se colocara de pie y de espaldas a él con los codos sobre la camilla... Volvió a penetrarla digitalmente y le hizo más preguntas".

"A las 10:55 horas, Soledad salió de la consulta en estado de shock y visiblemente afectada", refleja la sentencia.

Lo relata ella, aún aturdida. "Yo es que estaba en shock, no sabía qué hacer... Fue todo raro, aquellas preguntas, lo que me hacía, cuando le vi cerrar la puerta con cerrojo", dice, "pasé mucho miedo, estaba asustada, era una situación extrañísima, yo le contestaba cortante pero no sabía dónde quería llegar con sus preguntas".

La sentencia condenatoria fue "un alivio" para ella. "Y es increíble, pero sigue habiendo gente que pone en duda lo que ocurrió, en estos casos se sigue desconfiando de la víctima".

Al susto de aquel día, a los nervios durante el lento procedimiento judicial, le siguieron muchos miedos que aún hoy conserva. "Empecé a tener miedo de quedarme sola en casa, miedo a volver a verlo, miedo a quedarme sola en un despacho con un hombre, miedo al monitor de natación...".

Se lo ha encontrado varias veces. No diremos dónde porque él no la ha reconocido. "Cuando por casualidad le he visto, entro en shock, lo paso fatal y sólo quiero irme".

Soledad sólo pide que su calvario judicial termine cuanto antes y que ese médico "deje de ejercer". "Pareció que para él era todo normal, no le vi nervioso", cuenta muy tranquila. "Si le tuviera delante (en el juicio no le vi), le diría que es una persona ruin por aprovecharse de una niña de 18 años".

"Lo he pasado muy mal, que se lo pregunten a mis padres, ha sido duro para todos", dice Soledad, "ahora estoy mejor, aunque cada sentencia te remueve, y su abogado fue muy desagradable en el juicio, sé que es su trabajo pero no hace falta ser tan desagradable con mi madre y conmigo".

"Yo sólo quiero que lo inhabiliten para que no vuelva a hacérselo a nadie más, y a veces me pregunto si otras chicas o mujeres habrán pasado por lo mismo", dice.

Villarig: "No se le puede inhabilitar hasta que sea firme"

Desde el Colegio de médicos de Castilla y León, su presidente hace hincapié en que "no se puede inhabilitar a un médico hasta que la sentencia sea firme".

José Luis Díaz Villarig asegura que no ha habido ningún caso similar en León ni en Castilla y León. "La justicia es la que marca las pautas", insiste. "Estos actos son condenables, no se pueden permitir, y menos a un médico, pero no podemos hacer una valoración hasta que la sentencia no sea firme".

Según tiene el portavoz de los médicos entendido, el condenado por agredir a una joven en Toral de los Vados "no está ejerciendo porque está de baja", un extremo que nadie confirma oficialmente en la Consejería de Sanidad de la Junta.

A la espera de la firmeza de la sentencia del Supremo, T.F.C., nacido en 1960 y con antecedentes penales cancelados por otra condena anterior, sigue siendo médico de familia en activo. El abogado que dirige su defensa, José Luis Celemín, no quiso atender a la llamada de Tribuna León.

Una interesante lección del tribunal

De la sentencia condenatoria al agresor sexual de Soledad -que no se llama Soledad pero eso es lo de menos- hay que destacar especialmente estas reflexiones que recuerdan al condenado y a su defensa quién es la víctima y que algunas formas son intolerables en el siglo XXI:

"Cuestionar la declaración de la víctima por el hecho de que tenía que presentarse en el juicio llorosa y afectada, y por el hecho de que no presentó padecimientos que hicieron preciso tratamiento psiquiátrico o psicológico, supone recaer en estereotipos que resultan inadmisibles desde el punto de vista de la victimología, y supone la introducción de argumentos rancios y trasnochados sobre lo que debe de suponer un atentado de las características como las que se enjuician, más afectantes al honor y a la honra, que a la libertad sexual. Desgraciadamente en muchos casos el daño psicológico existe y se debe aprender a convivir con él, pero eso no significa que una persona se presente siempre llorosa y afectada. Desde el punto de vista del enjuiciamiento penal, debe hacerse un afrontamiento de la cuestión sin estereotipos, de forma ajena a cuestiones éticas, morales e incluso ideológicas. Ello nos obliga a posicionarnos ante un hecho objetivo, debiendo descartar, en un extremo, argumentos paternalistas o superprotectores de la parte que alguien puede considerar como más débil, y en otro extremo, argumentos prejuiciosos o deterministas sobre el rol que le ha correspondido desde siempre al sexo femenino o masculino en sociedad, y en la sexualidad, y lo que implica, en el caso de ser mujer, lo que se espera de ella, y en el del hombre lo que se espera de él."