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Castillos que hablan (VII): Encinas de Esgueva, el Palacio de los Aguilar que quiere resurgir para el turismo

En esta fortaleza del siglo XIV vivió Enrique III el doliente, primer Príncipe de Asturias; ahora quiere rehabilitarse para poder ser visitado en su totalidad

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Castillos que hablan (VII): Encinas de Esgueva, el Palacio de los Aguilar que quiere resurgir para el turismo
Castillo de Encinas de Esgueva a vista de pájaro. TRIBUNA
José Ángel Gallego Vázquez
José Ángel Gallego Vázquez
Lectura estimada: 3 min.

Soy el castillo de Encinas de Esgueva.

Me han categorizado como castillo-palacio residencial. Lo cierto es que tengo todos los elementos necesarios para una férrea defensa: planta cuadrangular con tres falsas atalayas almenadas, una torre del homenaje, matacán, adarve y foso. Y mi presencia reforzó la línea de fortalezas del valle del Esgueva. A mis pies se alza la coqueta villa a la que protejo y un poco más allá, el embalse de Encinas, un pequeño mar de interior donde es posible un refrescante chapuzón.

Para contar con más de 600 años no he envejecido nada mal, aunque mi actual interior dista mucho de lo que un día fui.
Me comenzaron a construir a finales del siglo XIV por mandato de Diego López de Zúñiga, señor de Béjar y Curiel, donde también construyó un palacio. Fui residencia de Enrique III, conocido como 'el Doliente' por su frágil estado de salud. Durante tres años aquí vivió el que fue primer Príncipe de Asturias intentando mejorar de su enfermedad.

Antonio del Río Aguilar, regidor de Segovia, me compró en 1571 y remodeló mi aspecto. Abrió ventanales en mis desnudos muros (hoy ya cegados) y construyó un precioso patio renacentista, con estancias coronadas por artesanados mudéjares. Desgraciadamente ya nada queda de todo aquello. Y cómo no, puso su firma, en forma de escudo de su linaje, un águila explayada… que para eso era mi señor. A su dinastía, la de la familia Aguilar, ya pertenecí varios siglos. Felipe V otorgó el título de Conde de Encinas a Antonio de Aguilar y Zuazo, en 1709. Las crónicas dicen que en 1850 mi propiedad era del Marqués de Lorca y aún estaba habitado.

VIVIENDAS DE ALQUILER Y SILO

Poco a poco, me fui deteriorando. En los albores del siglo XX Vicente del Soto Armesto, del condado de Encinas, me vendió a Cándido Moyano. Desmontó mis dependencias interiores ruinosas, aunque seguí siendo morada de vecinos que en mi seno vivieron de alquiler. Qué hermosa paradoja: el pueblo llano habitó este espacio concebido únicamente para la nobleza.
El ministerio de Agricultura, en los años 50, a través de su Servicio Nacional de Productos Agrarios, el SENPA, decidió hacer de mí un silo para almacenar grano, algo similar a lo que ocurrió con otros grandes castillos de la provincia.

No fue hasta finales del siglo XX cuando volví a las manos de mi pueblo, concretamente al Ayuntamiento de la localidad que me utiliza con fines culturales en la época estival, además de visitas guiadas. "Se suele usar para las fiestas del pueblo y para actividades culturales como el grupo de teatro de la localidad". Qué razón lleva el alcalde de Encinas, Miguel Fernando Simón. Es su deseo rehabilitar algunas de las dependencias que hoy no son accesibles. Todo ello para hacer de mí una experiencia inolvidable.

"Tenemos comprometida una ayuda de la Junta de Castilla y León de 170.000 euros para rehabilitar los tejados, dejar la piedra vista en el interior y hacer una escalera para poder subir a la torre del homenaje y a los adarves".

No te arrepentirás si por aquí decides acercarte. Atravesarás mi barbacana y dejarás atrás mi foso por un puente piedra. Mis sillares rezuman la azarosa historia de seis siglos. Si te acercas aún podrás escuchar los susurros de un apasionante pasado.

Soy el castillo de Encinas de Esgueva.