La procesión de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente ha vivido un momento inédito en la plaza de la Catedral
"Cien años de rojo y de estameña, cien juramentos": La procesión del Silencio celebra un siglo en Zamora
Casi 3.000 cofrades, hombres y mujeres, arrodillados, se han comprometido a no decir palabra durante el desfile por las calles de la ciudad
La Real Hermandad del Cristo de las Injurias ha repetido esta noche el juramento del silencio, el ritual que abre la conocida como procesión del Silencio en Zamora y en el que los casi 3.000 cofrades, hombres y mujeres, arrodillados, se comprometen a guardar silencio durante el desfile por las calles de la ciudad.
Una estampa típica de la Semana Santa de Zamora que se repite en el exterior de la Catedral cada Miércoles Santo al anochecer y que este año ha cumplido cien años, enmudeciendo una vez más a la ciudad, como recoge EFE.
El público responde con el mismo mutismo al paso de los cofrades y de la imponente imagen del crucificado que da nombre a esta cofradía. El acto inicial en la plaza de la Catedral, tras situarse en ella los cerca de 2.850 hermanos y hermanas que integran la cofradía, ha comenzado con una melodía de violonchelo a la que ha seguido la plegaria del juramento, este año ofrecida, con motivo del centenario, por el obispo de la Diócesis de Zamora, Fernando Valera.
El prelado zamorano ha recordado las efemérides del ritual y los "cien años hoy de rojo y de estameña, cien juramentos, cien plegarias, cien estampas tan eternas", ha declarado, para concluir que "Zamora entera" se arrodilla cada año en juramento.
En ese momento se ha reproducido la imagen icónica de este Miércoles Santo en la ciudad del Duero, con los cofrades de rodillas en la plaza de la Seo, con su túnica de estameña blanca y su caperuz de terciopelo rojo.
"¿Hermanos, juráis guardar silencio?", preguntó Valera. "Sí juramos", contestaron al unísono.Y el obispo respondió que si así lo hacen "que Dios os lo premie, y si no, por su infinita misericordia, os lo perdone".
Después arrancaría un desfile enmudecido en el que únicamente se escuchan el toque de clarines que anuncian la procesión, los cascos de los caballos que desfilan al paso y los tambores que acompañan al Cristo de las Injurias.
El desfile procesional de este año por el casco antiguo y la zona centro de la ciudad ha hecho un recorrido inédito en los cien años de historia de la cofradía al concluir en la Catedral, donde también ha comenzado un itinerario condicionado por las obras del nuevo Museo de Semana Santa de Zamora.
En el desfile destaca el paso de los pebeteros que impregnan el ambiente de olor a incienso y que reproducen uno de ellos la cúpula de la Catedral y otro la torre del Salvador del templo mayor zamorano.
Y, sobre todo, la talla del Cristo de las Injurias, al que se rinde culto habitualmente en una capilla de la Catedral. Un crucificado de 1,95 metros de altura del siglo XVI cuya autoría no está clara.
Su imagen, llevada con ruedas en una pesada mesa dorada, recorre el Miércoles en silencio las calles de Zamora, como volverá a hacer el próximo Viernes Santo por la tarde en la procesión del Santo Entierro.
El traslado de esa talla al lugar de salida de la procesión del Santo Entierro fue precisamente el motivo por el que hace ahora cien años se ideó esta procesión.
A este desfile le sigue en Zamora, a media noche, otro de los de mayor plasticidad, el del Cristo del Amparo, caracterizado por las capas de lana parda que llevan sus cofrades, como recoge EFE.
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